Solemos pensar, que tras pasar X tiempo con alguien, lo conocemos.
"Hemos compartido muchas cosas".
Yo, sin embargo, he llegado a la conclusión de que, en realidad, nunca llegamos a conocer a nadie. Quizás ni si quiera nos de tiempo de conocernos a nosotros mismos.
Todos, absolutamente todos, tenemos caretas. Caretas, que cuando consigues quitar alguna, se ve sustituida por otra, dando lugar a una carrera infinita.
Una, luego otra, y una más, incesantemente.
Puede que la razón de esto sea que nadie tenga nada claro: la personalidad, pensamientos, decisiones... no estén definidas.
Al final, todas las personas escondemos algo que los demás no saben, y que quizás no lo sepamos nosotros mismos.
Divino y cruel carnaval a un mismo tiempo.